Con el pasar de la cotidianidad, nos encontramos en un profundo circulo vicioso que nos obliga a ciertas ritualidades necesarias para la supervivencia. Pero la vida va mucho más allá de solo sobrevivir. Va mucho más allá de despertarnos, comer, trabajar o estudiar, volver a comer y dormir, esperando a que el siguiente día comience para hacer exactamente lo mismo.
La vida realmente se compone de todo aquello que nos saca de la ritualidad, eso que juega constantemente en nuestras mentes como sueños o metas, que muchas veces parecen imposibles. Pero no, la vida se nos va solo en las ocupaciones de sobrevivir, ¿hasta qué punto vale la pena solo vivir en ese son? Y si de vez en cuando nos dejamos llevar por nuestras emociones y sentimientos y nos apartamos un tanto de la racionalidad que nos quiere volver esclavos de la rutina. Que bonito es vivir entre los sueños, sueños que nos llevan más allá de lo que podemos tocar.
Pero luego hay un momento en el que eso que vemos como un simple sueño o algo muy lejano, se va convirtiendo en la verdadera realidad. En una nueva parte del día a día. Y nos saca de cualquier tipo de rutina en la que pudiésemos vivir. Se convierte como en el escape de la cotidianidad, casi como crear nuestro lugar feliz. Porque empezó como un sueño, básicamente es tomar lo irreal, porque todos hemos tenemos sueños que no tienen ningún sentido, en el que en un instante estás en un país, abres una puerta, y te encuentras en otro. Así, es como se siete convertir un sueño en realidad. Es tan increíble, que casi no creemos que realmente esto haga parte de la realidad.
También podría decir que podría ser como cuando comienzas a leer un cuento o un relato romántico, como que puedes percibir muchas más cosas del contexto, de todos los detalles que estas sintiendo, el ambiente y demás, que quieres que queden impregnadas en tu memoria y no se vayan nunca. Entonces es cuando te comienzas a cuestionar, ¿realmente esto está pasando o es un sueño demasiado lucido? Y no, sí está pasando. Eso es lo más loco, que todo es real, eso que alguna vez, tal vez en tú niñez soñaste, y aunque muchas veces pensaste que lo habías encontrado, nunca se sintió tan real y fascinante. Así que por mucho tiempo lo habías dejado de soñar y que de pronto llegara tan de repente a tu vida, sin siquiera esperarlo. Esto si que es increíble. Es algo que no pensé encontrar, y aquí me encuentro, siendo realmente feliz. Viviendo cada momento como si fuese el único que importara, sin preocuparme por nada más.
Quisiera que esto no acabara, obviamente. Todos queremos que los momentos en que somos felices, duren para siempre. Pero bueno, esto no lo podemos controlar. Lo único que controlamos y eso, medianamente, es el presente. Por lo tanto, hay que aprovecharlo y vivirlo al máximo. No quiero atormentar mi presente solo pensando en que tal vez no lo tenga en el futuro, porque entonces en este caso, lo perderé en el presente y además no lo puedo asegurar en el futuro. Así que, ¡vivamos! Vivamos, porque cada minuto es único, irrepetible, insuperable y si no lo vamos a vivir intensamente, ni siquiera valdría la pena vivirlo.
Ya me cansé de permitir que el miedo a lo que pueda pasar domine muchas decisiones, así que me remontaré al dicho de: prefiero arrepentirme de algo que hice que cuestionarme el resto de mí vida ¿Qué hubiese podido pasar? Así que, tú y yo continuémosle a la locura, dejémonos llevar y que pase lo que tenga que pasar. Dejémosle al Yo del futuro que asuma las consecuencias de lo que sin duda queremos hacer hoy.
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